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Andrés Tous de Felipe

Acerca del duelo y de la consulta psicológica

Es interesante pararnos a pensar cómo determinados conceptos, o constructos de la disciplina de la psicología se han instaurado en nuestra sociedad y forman parte del uso habitual de cada uno de nosotros. Un claro ejemplo es el término duelo. Efectivamente, cuando hablamos de duelo con total probabilidad lo asociaremos con el fallecimiento de alguien, quizás de un familiar, un amigo, o de un ser querido.


Los sentimientos de tristeza asociados al duelo también se consideran normales culturalmente, incluso pueden llegar a formar parte del proceso de elaboración de dicho duelo. Esa normalización de estos sentimientos, en el contexto de una pérdida de este tipo, permite conectar con lo que supuso esa persona; identificarlos como tal puede ayudar a entender el proceso por el que se está atravesando. Incluso, esta normalización cultural permite poder expresar con naturalidad estos sentimientos, ya que al considerarlos universales es normal sentirse de esa manera. ¿Cómo no se va a tener sentimientos de tristeza por el fallecimiento de un ser querido?


El normalizar de alguna manera o, más bien, universalizar el proceso de duelo que uno tiene que atravesar ante el fallecimiento de un ser querido puede ayudar a muchas personas a poder elaborar todos los sentimientos que le puede generar esa situación difícil y dolorosa. Cuando alguien sufre una pérdida de alguien cercano, la sociedad permite, da el lujo, o da un respiro, de poder ponerle una palabra: duelo, y poder hablarlo con total naturalidad.


Esta reflexión puede tener mucha relevancia en el ámbito de la psicología. Lo anterior pues, aunque la psicología ha tenido una evolución exponencial en las últimas décadas entre buena parte de la población, y aún más si tenemos en cuenta la diferenciación que se tiene de esta materia entre los distintos países, esta presenta una gran estigmatización, y si pensamos en trastornos en concreto, esta etiqueta es mucho mayor.


A muchas personas les puede resultar muy difícil acudir a la cita de un psicólogo pensando que lo que les está pasando pueda no ser normal o que en la sociedad tenga una etiqueta determinada. Sin embargo, cuando algo se considera normal, pueden permitirse con mayor libertad hablarlo sin llegar a sentirse juzgados. Al final una de las premisas de las consultas psicológicas puede ser esto, que el paciente tenga total libertad para hablar de lo que desea, le preocupa, o le sea molesto o doloroso, y si venir desde casa con ciertas resistencias puede interferir en el motivo por el que realmente se ha pedido una cita.


Si ya de por sí iniciar una terapia psicológica es difícil —porque uno tiene que acudir a una persona que desconoce, confiar en él o ella, abrirle sus sentimientos, sus pensamientos, su vida, su historia—, a esto se añade que muchas veces tampoco se está acostumbrado a hablar con alguien de esa manera. Es probable que estas resistencias puedan interferir negativamente.