top of page
Eduardo José Restrepo Caballero

Un experimento llamado democracia - En defensa de la representación estudiantil


Decir que la representación estudiantil en la Universidad del Rosario está en crisis sería atenuar la situación. Desde hace varios años la confianza de los rosaristas frente a esta institución se ha ido perdiendo hasta desenvolver en la situación que vimos en las elecciones pasadas. Fue tanta la animadversión que una campaña espontánea y descentralizada en favor del voto en blanco logró ganar una gran cantidad de escaños, dejando a todos sin saber qué iba a ocurrir con los Consejos ante este insólito suceso.


Así las cosas, no son pocos los que reniegan de esta institución y hoy afirman que no hay razones que justifiquen su existencia. No obstante, considero que esta postura implica en todo caso, perder demasiado. De modo que este escrito intentará presentar un argumento en favor de la representación estudiantil. Para ser más preciso, del valor de que en la Universidad cada año participemos de manera directa en el experimento más valioso de todos: la democracia. Por este motivo no me enfocaré en exaltar los beneficios que supone contar con representantes que constituyan un órgano de gobierno en la universidad, pues hacerlo sería o bien hablar de lo redundante o presentar efectos contingentes como necesarios, pues esta serie de argumentos consecuencialistas depende en gran medida de la calidad de los representantes en cada ocasión.


A lo que me refiero con esto es que, si bien uno podría alegar que los representantes estudiantiles informan a los estudiantes de las políticas institucionales, abogan por los intereses del estudiantado o fungen como una especie de conciliadores o mediadores entre los diferentes conflictos que se sucintan en la Universidad, todos estos argumentos dependen de que en todos los casos los representantes cumplan con dichas funciones y ejerzan de manera adecuada su labor. No obstante, esto puede o no puede suceder. De modo que una defensa de la representación estudiantil no se puede fundar sobre estas bases inciertas. Más bien debemos indagar sobre qué hace de esta figura una práctica valiosa en sí misma, más allá de los resultados que pueda producir en el bienestar de la comunidad rosarista.


Para esto se requiere entonces de una caracterización de lo que es la representación estudiantil. Sirve pensar en la metáfora de un laboratorio en donde cada uno de nosotros es al mismo tiempo el científico experimentador como el objeto de experimentación, en tanto parte de la colectividad que es la comunidad rosarista. El procedimiento experimental es la práctica de la democracia, pero una forma particular de esta. Lo que distingue esencialmente a esta democracia de la que se juega en la esfera municipal, departamental o nacional no tiene que ver con los procedimientos de elección ni con la naturaleza de las funciones de los cargos. Las diferencias principales son que la representación estudiantil requiere por dimensión y razón de ser de un contacto más directo entre electores y elegibles/elegidos a la vez que lo que se juega en la elección es mucho menos impactante que lo que se juegan en las elecciones ciudadanas. Estas particularidades podrían pa