EL SUSPIRO DE LA VIDA
- Laura Sofía De La Rosa Ortiz
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura
Un día sin darte cuenta de repente CRECES
te sientes grande pero sigues siendo pequeño a veces,
las risas cambian por dudas y por planes,
las tardes largas por metas que no sabes.
Empiezas a andar caminos sin certeza,
con sueños nuevos y algo de tristeza.
Los juegos ceden lugar a decisiones,
y el alma aprende a lidiar con emociones.
Te enseñan poco sobre lo que viene,
sobre la ansiedad que a veces te detiene,
sobre las noches sin poder dormir,
pensando en todo lo que no puedes decir.
Las deudas llegan como si supieran tu nombre,
y ser responsable ya no suena tan noble.
El sueldo se esfuma antes de llegar,
y aún así sonríes para no preocupar.
Descubres que el amor no siempre es eterno,
que hay abrazos que se sienten como invierno.
Te rompen el alma con promesas vacías,
y el corazón se vuelve experto en cirugías.
La depresión se esconde tras una pantalla,
pones emojis felices mientras tu mundo estalla.
A veces te miras y no te reconoces,
vas por la vida silenciando voces.
Pero en medio del caos y del desconcierto,
hay luces pequeñas brillando en lo incierto.
Una risa, un amigo, un domingo sin prisa,
o una canción que justo te da la pista.
Porque crecer no es llegar, es ir andando,
con cada caída también vas despertando.
Y aunque el mundo te duela y pese la mochila,
tienes fuerza en el alma que nadie aniquila.
Así es la vida al borde de los veinte,
un campo minado, pero también sorprendente.
Y en cada paso incierto, en cada herida,
se escapa —silencioso— el suspiro de la vida.
Foto tomada de: 123rf
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