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¿Qué define a una rosarista?

Transcurrieron 286 años desde la fundación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, hasta el momento en que una mujer fue egresada de éste, en 1939. Si bien es cierto que la primera mujer prominente en la historia de Colombia que habitó el Claustro de alguna manera fue Policarpa Salavarrieta, esta no llevó a cabo estudios en la universidad. Su relación recae en el vínculo de una prisionera libertaria con su fría celda.


La historia de Colombia a lo largo del siglo XX es relevante en materia de los derechos de las mujeres, puesto que, en este periodo, se adquirió el derecho al voto y, varias instituciones de educación superior comenzaron a admitir a las mujeres como estudiantes. Por supuesto, la Universidad del Rosario no fue la excepción y, como consecuencia, Carmen de Zulueta y Cebrián se graduó con honores en Filosofía y Letras (en 1939). Un antecedente importante es que en 1936, y bajo la rectoría del Monseñor José Vicente Castro Silva, se fundó la Universidad de La Bordadita por obra de María Carulla de Vergara. Se dictaba el programa de Trabajo Social de manera exclusiva y, las clases se llevaban a cabo en la Quinta de Mutis.


En la década de los cincuenta, las mujeres empezaron a ser admitidas en la facultad de Jurisprudencia con recurrente frecuencia, lo que impulsó a las otras facultades a hacer lo mismo. Desde entonces, la situación para las mujeres en la Universidad del Rosario ha cambiado bastante. Hoy en día, la comunidad rosarista se encuentra repleta de mujeres sin miedo a sobresalir en los distintos ámbitos, ya sea en el académico, el laboral, o, en el social.


Nuestra universidad brinda distintos espacios de participación y de networking por igual. Ya sea en los consejos estudiantiles de cada facultad, o en grupos institucionales, es posible ver a mujeres con cualidades de líder. De igual manera, la universidad cuenta con una amplia gama de docentes que han sobresalido en el ámbito laboral al que se dedican e incluso, varias facultades tienen decanas (así como la Escuela de Administración) y vicedecanas (en la Facultad de Jurisprudencia, por ejemplo, aunque la Dra. Laura Victoria García Matamoros asumirá la decanatura de dicha facultad el día veinticuatro del presente mes).


Las mujeres egresadas de la Universidad del Rosario se encuentran en plena capacidad de desarrollar su proyecto de vida, así como de sobresalir en su ámbito específico. De la Facultad de Jurisprudencia se han egresado varias magistradas, senadoras y directoras de edición en Legis Editores S.A.; de la facultad de Medicina, profesionales e investigadoras integrales que resaltan a nivel internacional; de cada una de las facultades se gradúan muchas mujeres con un futuro brillante, cada semestre. Pero, ¿qué es lo que caracteriza a estas profesionales?


La doctora García Matamoros nos compartió su percepción respecto a la esencia de una mujer rosarista. En su punto de vista logramos observar un gran aprecio por la universidad y por las mujeres que la constituyen: «a lo largo de la historia la Universidad del Rosario ha puesto un sello en sus estudiantes y profesionales, sello centrado en la vocación de servicio, el humanismo y la ética, valores que las mujeres rosaristas debemos continuar abanderando y aplicando en nuestra vida diaria». García resalta la importancia de una igualdad real, en la que sean disminuidas las brechas de género en todos los ámbitos posibles, ayudando a nuestras pares, teniendo en cuenta las posibilidades que, como mujeres privilegiadas al acceder a una educación superior, adquirimos. Esto puede aplicarse a compañeras de trabajo o estudiantes y, otra manera de hacerlo es contribuyendo a la eliminación de estereotipos que suelen tacharnos como: «locas histéricas, débiles sin carácter, de bonitas y brutas o de feas, pero inteligentes». Ninguna mujer es igual a otra, ya que todas tenemos cualidades que nos vuelven únicas y especiales. La doctora García nos invita a no dejar que algo externo nos obligue a cambiar nuestra esencia y, a la vez, demuestra su fe en la mujer rosarista al afirmar que «todas podemos llegar donde queramos sin tener que renunciar a lo que somos y a lo que queremos, sin que esto signifique atropellar o pasar por encima de nadie». Finalmente, para la doctora García «las mujeres rosaristas somos buenos seres humanos, tenemos carácter, somos estratégicas y solidarias y creemos en la capacidad de transformar la sociedad».


Por otra parte, la vicepresidente de Girl Up, Maria Alejandra Navas, resalta la sagacidad de la mujer rosarista porque, a lo largo del tiempo, las mujeres rosaristas se han puesto bajo el reflector en el ámbito académico, así como en el laboral. Para Navas, la mujer rosarista ha aprendido a sobrellevar las dinámicas patriarcales, jugando con ellas y sublevándose. En el Instagram del movimiento Girl Up, nos cuentan que su objetivo es «impulsar el liderazgo y el empoderamiento de mujeres jóvenes, con el fin de ayudarlas a alcanzar su máximo potencial». En esta cuenta, @girlupurosario en Instagram, se suben eventos y es posible encontrar un enlace de Linktr.ee que lleva a una página de inscripción y a una amplia biblioteca virtual referente a feminismo.


Adicionalmente, la visión de la mujer rosarista ha evolucionado de manera en que se provee cuidado a las distintas feminidades encontradas en la universidad, ya que una de las características más representativas del Rosario es la interculturalidad. Esto quiere decir que, en estos tiempos, es esencial que se tengan en cuenta feminidades de comunidades históricamente marginadas, como lo son las indígenas, afrodescendientes y transgénero, porque al hacerlo, se garantizaría el bienestar de una gran cantidad de mujeres rosaristas.


Para finalizar, describiré brevemente la ruta del protocolo que la universidad ofrece para atención de Violencias Basadas en Género y Discriminación (VBGD), circundantes a la comunidad rosarista. Primero, esta ruta puede ser activada a través de distintos canales, por medio del Equipo de Comprensión, Orientación, Recepción, y Acompañamiento a casos de VBGD, más conocido como Equipo CORA. Vale recalcar que el CORA debe proceder de una manera específica si el supuesto agresor pertenece a la comunidad rosarista. En una primera instancia, se otorga un espacio de expresión en que se escuchará a la persona victimizada. Luego, se provee de una «atención integral», que incluye orientación jurídica, asesoría psicológica y acompañamiento de orden académico. En este punto, es esencial que exista consentimiento por parte de la víctima para proseguir como se espera. Finalmente, se abre un proceso contra el agresor, cuando es posible que sea miembro de la comunidad rosarista.






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