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Rosarismo: El legado de un sueño

“La cuna de la república” es como algunos definen al Rosario. También, podemos añadir “Cuna del imperio” e incluso “Cuna del Estado de Derecho”. No es novedad para cualquiera que haya pisado el imponente claustro Rosarista pensar en el enorme peso histórico que tiene la Universidad, no solo como institución, sino como concepto de academia y escuela de formación intelectual. Pero, ¿de dónde nace la tenacidad de los rosaristas para mantenerse en pie? ¿Cómo un proyecto tan ambicioso ha logrado seguir a flote a pesar de los saltos políticos y sociales del país? Tal vez, la solución está en lo que Luis Enrique Nieto Arango definió como el Rosarismo.


Ubicados en los finales del siglo XIX, los padres del republicanismo en Colombia se debatían la consolidación del Estado-nación y la identidad política del país. Más allá de las discusiones políticas, es un hecho que Colombia debía empezar a definirse como nación soberana y, para ello, el proyecto nacionalista era un buen punto de inicio. La recién formada República, sucesora del imperio español, debía empezar a formar su concepto de patriotismo. Cuenta Fréderic Martínez que los nuevos países independientes del continente suramericano compartían eso: el espíritu independentista que buscó la consolidación de republicas, no de imperios. Partiendo de esa base, el primer eslabón de la identidad nacional era el sentimiento común de formación de instituciones republicanas modernas y progresistas. La vanguardia republicana hizo lo suyo en la educación, especialmente llamando la atención de aquellas que moldearían a las mentes intelectuales del país.


El Rosario, como centro de educación del imperio, y ahora como centro de la república, respondió atrayendo a los intelectuales que sabían del republicanismo para que introdujeran en sus aulas, y con ello en la realidad política, las ideas democráticas. Es interesante pensar en esta idea, ya que, si queremos referirnos a instituciones republicanas, el Rosario nació siendo cuna de esta idea sin saberlo. El plan del fundador, Fray Cristóbal de Torres, era replicar el sistema del Colegio Mayor de Salamanca: un rector elegido por estudiantes, los cuales a su vez eran escogidos por el rector y sus consejeros. Hoy, ese es un legado que aún se mantiene.


Dicho de otra forma, el Rosario maneja un sistema de gobierno idéntico a los ideales republicanos que se buscaban implementar en la Colombia de finales del siglo XIX. No es de extrañar que las reformas liberales buscaran ser introducidas por medio del pensamiento intelectual que inspiraba a los jóvenes académicos del Rosario. O, a su vez, el institucionalismo de la educación de Bentham en las aulas del Colegio Mayor en las épocas del conservadurismo. El apoyo recibido por parte del Rosario apoyó la campaña “publicista” que buscaban los padres republicanos. Ese legado permanece al día de hoy, siendo el Rosario epicentro de las decisiones nacionales, los debates, y las discusiones académicas sobre la política nacional y su funcionamiento.


Cuenta Luis Enrique Nieto (Q.E.P.D.), en una entrevista hecha por el profesor Kevin Hartmann, que el Rosario impregna de inspiración a todas las personas que pasan por sus aulas con una energía inmaterial que se siente al pasar por el claustro. Esto, es el Rosarismo. Es un sello propio que los estudiantes, funcionarios y directivos sentimos por el paso del tiempo que se aferra a los muros del claustro; basta con observar de noche, y concentrarse en los colores. Cualquiera sería testigo de los espacios, los íconos, la forma, y en general, del aire que rodea a la Universalidad. Ahora, imagínese ser un estudiante que está discutiendo sobre el republicanismo, el utilitarismo, la abolición de la pena de muerte o la llegada del papel moneda, algo tan normal en el Rosario, pero tan extraño para la política de la época. No es de extrañar que se buscara centrar en el claustro estas discusiones incluso antes de darse el grito de independencia.


También hay una razón geográfica, y es que al ser el claustro un internado que estaba abierto a las necesidades del país, muchos viajeros pasaron sus noches de descanso en los aposentos del primer piso, al lado de la escalera de Caldas. La centralidad, y la importancia intelectual que rodeaban al Colegio lo hacían el espacio perfecto para buscar esa inspiración que los estudiantes conocemos cuando observamos la estatua del Fundador; o cuando estamos sentados admirando las montañas en el segundo piso una tarde luego de clase.

Este año se celebran los 450 años de nacimiento del Fundador, y qué mejor forma de homenajearlo que contemplando el legado inmaterial que dejó su sueño. El Rosarismo no es un simple sentimiento de unión; es un legado, una manifestación de la rebeldía intelectual, del servicio patrio; de la lucha por lo viejo y lo antiguo. Nova et vetera le decimos, y es allí donde apuntaron los republicanos para inspirarse en la forma de gobierno que querían para dejar de lado las instituciones jerárquicas y los títulos honoríficos. Es curioso, incluso, pensar que el Rosario ya manejaba Constituciones propias cuando los padres de la nación buscaban inspiración sobre un texto fundante para sus proyectos políticos.


¿Qué es el Rosarismo? Es la vivencia común de un proyecto comunitario al servicio de los demás. Es, un sentimiento de conexión con el pasado que se refleja en el presente como legado y proyecto futuro. Así lo vio el Fundador al pensar en crear una universidad por y para estudiantes que lideraran el proyecto de nación que soñaba. Como estudiantes, el Rosarismo es ser conscientes del peso que tenemos y la responsabilidad que encarna ser Rosaritas, en términos históricos y sociales.



Referencias

 

Hartmann, K. (2021). Luis Enrique Nieto Arango: reminiscencias de un rosarista. Editorial Universidad del Rosario.

Martínez, F. (2014). El nacionalismo cosmopolita: La referencia a Europa en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900. Instituto Francés de Estudios Andinos.

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