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Acerca del duelo y de la consulta psicológica

Es interesante pararnos a pensar cómo determinados conceptos, o constructos de la disciplina de la psicología se han instaurado en nuestra sociedad y forman parte del uso habitual de cada uno de nosotros. Un claro ejemplo es el término duelo. Efectivamente, cuando hablamos de duelo con total probabilidad lo asociaremos con el fallecimiento de alguien, quizás de un familiar, un amigo, o de un ser querido.


Los sentimientos de tristeza asociados al duelo también se consideran normales culturalmente, incluso pueden llegar a formar parte del proceso de elaboración de dicho duelo. Esa normalización de estos sentimientos, en el contexto de una pérdida de este tipo, permite conectar con lo que supuso esa persona; identificarlos como tal puede ayudar a entender el proceso por el que se está atravesando. Incluso, esta normalización cultural permite poder expresar con naturalidad estos sentimientos, ya que al considerarlos universales es normal sentirse de esa manera. ¿Cómo no se va a tener sentimientos de tristeza por el fallecimiento de un ser querido?


El normalizar de alguna manera o, más bien, universalizar el proceso de duelo que uno tiene que atravesar ante el fallecimiento de un ser querido puede ayudar a muchas personas a poder elaborar todos los sentimientos que le puede generar esa situación difícil y dolorosa. Cuando alguien sufre una pérdida de alguien cercano, la sociedad permite, da el lujo, o da un respiro, de poder ponerle una palabra: duelo, y poder hablarlo con total naturalidad.


Esta reflexión puede tener mucha relevancia en el ámbito de la psicología. Lo anterior pues, aunque la psicología ha tenido una evolución exponencial en las últimas décadas entre buena parte de la población, y aún más si tenemos en cuenta la diferenciación que se tiene de esta materia entre los distintos países, esta presenta una gran estigmatización, y si pensamos en trastornos en concreto, esta etiqueta es mucho mayor.


A muchas personas les puede resultar muy difícil acudir a la cita de un psicólogo pensando que lo que les está pasando pueda no ser normal o que en la sociedad tenga una etiqueta determinada. Sin embargo, cuando algo se considera normal, pueden permitirse con mayor libertad hablarlo sin llegar a sentirse juzgados. Al final una de las premisas de las consultas psicológicas puede ser esto, que el paciente tenga total libertad para hablar de lo que desea, le preocupa, o le sea molesto o doloroso, y si venir desde casa con ciertas resistencias puede interferir en el motivo por el que realmente se ha pedido una cita.


Si ya de por sí iniciar una terapia psicológica es difícil —porque uno tiene que acudir a una persona que desconoce, confiar en él o ella, abrirle sus sentimientos, sus pensamientos, su vida, su historia—, a esto se añade que muchas veces tampoco se está acostumbrado a hablar con alguien de esa manera. Es probable que estas resistencias puedan interferir negativamente.


Muchas veces los conflictos por los que se acude al psicólogo pueden ser difíciles de identificar por parte del paciente. Es difícil poder identificar lo que a uno le pasa, así como otorgarle el peso que le corresponde. Pueden aparecer sentimientos de incredulidad, de extrañeza, de sorpresa. No es sencillo aceptar los efectos que una experiencia puede provocar en nosotros. No obstante, conocer lo que a uno le pasa, le tranquiliza. Puede que sea doloroso o molesto, pero es un paso fundamental en todo proceso psicoterapéutico.


Esto permite el término duelo, la conciencia colectiva que tenemos de esta palabra traspasa culturas y arrastra consigo toda la teoría que subyace a ese constructo. Teoría, que, a diferencia de otros procesos psicológicos, también es de sobra conocida. Como decía antes, ¿quién no sabe que en todo duelo va a haber una parte depresiva por la pérdida sufrida?


El porqué la sociedad permite normalizar el duelo, y en cambio otras patologías están profundamente estigmatizadas, tiene que ver con la cantidad de personas afectadas por el primero, en comparación con el segundo. El razonamiento es el siguiente: como los duelos los tendremos que atravesar todos y el resto de patologías solo las sufre un pequeño número determinado de la población, entonces se permite darle una categoría especial al primer proceso.


Por otro lado, un punto clave en una psicoterapia es cómo ciertos aspectos, cosas, acontecimientos o cambios positivos también pueden devenir en solicitar consultas psicológicas. Cuando hablamos de que ciertas experiencias pueden provocar síntomas, podríamos atribuir que tengan una connotación negativa. Por el contrario, en ocasiones, muchas experiencias positivas, y que van a suponer una satisfacción muy grande para uno, también pueden provocar inquietudes, preocupaciones, incluso síntomas.


Una tarea importante es darse cuenta de lo que realmente está causando el sufrimiento psíquico del paciente, ya que muchas veces se acude a consulta con preocupaciones manifiestas, o que ya sabemos, pero en otras ocasiones es en el curso de una psicoterapia cuando el paciente se va dando cuenta de contenidos que no había pensado como el origen de su conflictiva o de su problemática de fondo. Poder ubicarlos es un paso fundamental, discriminarlo permite enfrentarse a ello y darle un lugar en el psiquismo.






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