Nota del editor: este texto continúa por la línea del artículo “¿Cómo se cocina una crisis bancaria?” publicado en la sección de Actualidad. Si bien se recomienda leerlo, no es indispensable, pues ambos se pueden entender por sí solos.
Las semanas y meses que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers, el gigante de la banca de inversión cuya caída desató definitivamente la gran crisis del 2008, fueron tensas, y el tiempo apremiaba a que se plantearan soluciones rápido. En este orden de ideas, muy seguido se anunciaban nuevas medidas para aliviar la crisis; a veces eran los bancos centrales bajando las tasas de interés o inyectando más liquidez al sistema, mientras que otras veces eran los gobiernos anunciando nuevos planes de estímulo a la demanda. Las medidas de los bancos centrales no causaron mucha polémica más allá de los debates tradicionales, como los límites de sus facultades y la ortodoxia de sus mecanismos, pero en cambio, las medidas que tomaban los gobiernos eran cada una más polémica que la anterior, y hubo una en particular que encendió al rojo vivo el debate público: “La Ley de Estabilización Económica de Urgencia de 2008”, un plan de rescate promovido por el entonces presidente de los Estados Unidos George Bush que empleaba 700 mil millones de dólares sacados del dinero público para dar liquidez a los bancos. El plan no fue bien recibido por el público, quienes no estaban de acuerdo con que su dinero se usara para rescatar a los gigantes multimillonarios que se metieron en problemas por su propia culpa, pero no había otra opción. ¿O quizá si hay una alternativa? Hoy exploraremos el Bail-in, un tipo de plan de estabilización económica que a largo plazo puede ser más beneficioso que el rescate tradicional.
Lo primero para entender los mecanismos de rescate bancarios existentes es recordar la esencia de una quiebra de estas entidades: falta de liquidez, es decir, fondos que se pueden usar para pagos inmediatos. Así que la manera de salvar a un banco es inyectarle liquidez, y para eso existen dos métodos: el bail out y el bail in. El bail out no es más que una inyección desde el exterior, es decir, entregarle dinero proveniente de otros actores a la entidad para que pueda sanear sus cuentas; el rescate de Bush y sus símiles de otros países son un ejemplo de manual de bail out, ya que los gobiernos usan dinero público proveniente de los impuestos para rescatar al banco; otro ejemplo de bail out puede ser la política monetaria, pero como los mecanismos del banco central involucran aumentar la oferta monetaria de toda la economía y los bancos comerciales son solo un canal, tampoco se puede considerar un bail out tradicional. Los bail out tienen la ventaja de ser soluciones fáciles y efectivas en el corto plazo, ya que con el dinero inyectado el banco sanea sus cuentas y vuelve a operar sin mayor dificultad, pero tiene las desventajas de que son muy costosos, además del debate sobre que tan correcto es rescatar a un privado con dinero público. También existe otro inconveniente sobre las conductas de los bancos a largo plazo, pero se tratará más adelante.
Al otro lado del ring se encuentra el protagonista de e