
Tomado de: Pexels
I
Espina de rosa a tus pies
yo me entregué, espina de rosa
a tu merced ya me tenías,
pero bastaba la púa de tu ser
para mostrarme la nueva
vida que vivías.
Amainado corazón, que cambia
de sentido y sin razón.
Porque es como un espejo,
que sin rechistar
termina por reflejar
lo que otros quieren ver.
¡Yo por ti todo lo daba, mientras tú
a otros labios te entregabas!
Pululaban en los alisios otoñales
tus ganas de marcharte, engañada
y obcecada por tu nuevo amor
decidiste fue dejarme.
II
¡Oh espina de rosa!, cuanto daño
tú me has hecho, ¡oh espina de rosa!,
devolviste mi corazón
malherido y muy maltrecho.
Creí en tu verdad mirándote
de frente, pero en la triste realidad
él ya era el siguiente.
Desbocado corazón, te amó
sin medida y sin control.
Furfulla inexplicable, el amargo
dolor indeseable. Tú y yo, ¡qué gran final!,
¡¡la máscara de tu rostro de un amor infernal!!
Crepitando de dolor
junto la ardiente hulla,
comprendí con desazón
que no hay verdadero
amor que huya.
Creí que eras el amor de mi vida,
creí que yo era la causa de tu sonrisa,
¡pero como hoja muerta tu amor por mí
fue llevado por la brisa!
Espina de rosa, intensa inquina
me ha marcado. Espinosa de rosa
qué desgracia me ha traído,
porque con el primer cambio de viento,
sacó los puñales guardados de su corazón.
III
En las cuestiones del amor
muy mal se me ha pagado,
terreno quejumbroso donde
me han utilizado.
Sangre yerta que brota de mi corazón,
denuestos e improperios que salen de mi voz.
Cambiaste al oro por el bronce,
mudaste de un abrigo al desamparo.
Preferiste el muladar de ambiciones, qué raro…
Porque pensé que
era diferente al resto,
pero resultó ser el resto.
¡Anda! ¡Adelante, continúa tu camino!,
ya vislumbré tu futuro, ¡qué agonía!
pero no querrás saber el final de tu destino,
¿¡andrajoso!? Una senda de atonía.
Cuan fácil fue partir,
cuan fácil fue dejarme,
inerte en los cantiles de un
cribado sin solución.
Advertida quedará sabiendo
lo difícil que será olvidarme,
pues, aunque de la mano le tome,
aunque a los ojos le mire y
aunque sus labios bese,
su corazón camina en otra dirección.
Equivocándome de amores
ínterin llega la adecuada.
Lo complejo de aquel precio
es que no hay relación que no hiera,
ni amor que no mienta.
¡Ah!, ¿por qué ha de ser así?,
pero que dificultad
encontrar a una pareja
honesta y con lealtad.
Bribón recuerdo alejado de mis deseos,
mendaz palabra de amor
ciegamente yo acepté.
Vil felonía, engaño ignoto,
ahora solo está huyendo con el corazón roto.
IV
No te dicen nunca
que el amor lástima,
no te cuentan nunca
que el rencor reanima.
Es la llama del olvido
y la aversión supina
que arrancará la rabia que lo domina.
¡¡Oh espina de rosa
ten cuidado a quien lástimas,
no sea que con una de ellas
resultes ser tu propia ruina!!
¿Todo esto pasará?
¡¡¿Este profundo dolor se detendrá?!!
¿El intenso encono cesará?
Ay de aquel que habiendo amado es
condenado por su propio pecado…
¡El haberse enamorado!
¡Atento!… Vaya, ¡¡ya perdiste!!
Su errátil corazón se fue a vivir
a los arrabales de otro. Pero…
Blanca nieve, espesa yerba,
no pudo observar.
Su corazón enceguecido
por las yedras de su amor.
V
En el martirio en cierne,
manido por la consabida desdicha,
recordaba con inquina su verdad dicha.
Me contaba con dolor y anegada en llanto que extrañaba mi calor…
¡Ay!, pero qué tartufo ser,
ya había alguien en su vida,
¡ay!, no hay más que creer,
pero qué advenediza mujer.
"Siempre quejándote de todo
y a la vez fingiendo no darle
importancia a nada, vives de
esperanzas, pero no
sabes ni que esperas" (Cortázar. Rayuela).
Corazón que cambia
en razón de quien la rodea,
acérrima a lo efímero y abyecto,
cuidado con quien te codeas.
Claro está, ¡nada he perdido!
¡Ay mujer!, tornadiza mujer,
mudable corazón, que la sed no te haga
beber del agua equivocada.
¡Ay mujer!, inestable mujer,
deleznable corazón,
pudiendo ser la rosa entre las espinas
preferiste ser la espina entre las rosas.
Soñabas ser libre
lejos de este pobre amor,
como mansa paloma
en la libertad de su camino,
soñabas ser libre
de la candidez de este amor,
pero ignorabas las densas ataduras
que impedían tu caminar.
Porque recordad siempre que
en un barco sin motor a ningún lado se llega.
¡Oh espina de rosa,
espina entre las rosas!,
adán por sobre un alma beata.
Serás la amanuense que escriba mi comienzo,
¡¡pues igual de fácil me has mentido
así de fácil te han de usar!!
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