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La manipulación del miedo

El mundo ha evolucionado de tal manera que poco a poco se han implantado ciertos controles en la sociedad que no son fáciles de entender. Estos se han plasmado en el carácter de las personas de manera intrínseca, por lo cual, es difícil imaginarse una sociedad sin ellos. Un ejemplo de lo mencionado anteriormente es la presencia constante del miedo en la vida de las personas. Al analizar su entorno es fácil dar cuenta que este sentimiento de desconfianza es parte del ser humano, tal y como su capacidad de respirar, vivir y soñar.


Los temores que acosan a la sociedad en la que vivimos son muchos; un delito, perder el trabajo, la soledad, enfermarse, envejecer, por mencionar algunos. Incluso con el tiempo han surgido nuevos temores como la hafefobia que implica el temor a ser tocado y nace del riesgo de contagio de covid-19 y la muerte a raíz del contacto físico.


En un sistema social como el nuestro, en el cual cada día hay un mayor aumento de libertad, se genera una exacerbación de miedos constante. Esto lo presenta el sociólogo Richard Sennett como la corrosión del carácter, lo cual no es más que el resultado de la flexibilidad del un modelo económico en el que estamos inmersos, el cual amenaza cada vez más nuestro carácter con acciones que terminan por quitar la sostenibilidad y fortaleza del ser humano, generando que la ambigüedad, los riesgos y los miedos sean los que decidan el comportamiento de las personas.


Antes del comienzo de la pandemia, en el 2019, un ejército académico de la Universidad de Princeton realizó una simulación que mostraba la devastación que causaría una guerra nuclear entre Rusia y Estados Unidos. Estos cálculos eran aterradores: 34 millones de muertos y más de 57 millones de heridos en sólo cuestión de horas. Para los creadores del simulacro, lo más aterrador era el riesgo latente de una guerra de este estilo entre las potencias.


Fotografía tomada de: BBC News


Fue así como un viejo signo de la guerra fría surcó los cielos de Estados Unidos por primera vez después de más de 30 años. El Pentágono probó desde su base militar un misil de crucero de rango medio, arma que estaba prohibida desde 1980 y que amenaza la seguridad mundial. Sin embargo, según expertos consultados por BBC Mundo respecto a la investigación de Princeton, los resultados escalofriantes fueron útiles para persuadir a potencias de no llegar a un enfrentamiento nuclear. Lo anterior, muestra en cierto modo, el poder del miedo y de los medios de comunicación, los cuales, influyen día a día en nuestra manera de pensar y actuar, aunque no lo percibamos.


Ahora bien, según Max Roser, economista de Oxford y creador del sitio Our World in Data, y Steven Pinker, profesor de psicología de Harvard, vivimos en un mundo más pacífico, aunque no nos demos cuenta de eso. Para Pinker, la violencia ha disminuido con el tiempo y podemos estar viviendo en el momento más pacífico de nuestra especie. Así mismo, Roser sostiene la misma idea con base en su análisis sobre la violencia del mundo. Según este autor, los males han disminuido debido al aumento de literatura y educación. La enseñanza va de la mano con la libertad política y, por lo tanto, existen más países democráticos. Según estudios históricos es menos probable que los países democráticos participen en guerras entre ellos. Para Roser y Pinker, la disminución de la guerra ha dejado atrás otras formas de violencia como la tortura, la esclavitud y el genocidio.


No obstante, podemos ver a nuestro alrededor un mundo en alerta. El miedo puede alcanzar con facilidad niveles desproporcionados en comparación con los riesgos que tenemos. El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, realizó hace unos años un estudio sobre las percepciones de inseguridad de las personas que viven en la ciudad de Bogotá. Según este estudio, Bogotá ha experimentado decaídas significativas en su tasa de crimen, sin embargo, el 60% de los encuestados sentían que los delitos habían aumentado. El BID asegura que esto se debe a que el miedo al crimen está arraigado en nuestro cerebro. Así mismo, la investigación hace gran énfasis en los medios de comunicación, debido a que la forma cómo se muestra la información influye en las personas.


Con la pandemia del covid-19 los miedos aumentaron. La propagación del virus estuvo acompañada de temor, el cual se expandió aún más rápido que la propia pandemia, acalló la agitación social y nos obligó a aislarnos en nuestras casas. A estos temores se le han ido sumando más miedos, como la situación de pobreza extrema en la que miles de colombianos están. Además de paros y bloqueos, están las personas con miedo de ser privados de sus derechos y el temor de nunca poder salir de la situación de desasosiego del país.


Vivimos en un país en el que la ambigüedad nos ha llevado a un estado de alerta permanente. Y así tan cierto como el miedo es parte de nuestro día a día, este es usado como estrategia. El miedo no sólo cohíbe, por temor se actúa y bajo este se puede llegar a manipular la situación política y social, es más sencillo el establecimiento de medidas que, aunque impopulares, son legitimadas por temor.


Ciertamente el miedo ha sido utilizado como mecanismo de control social y el mejor canal para expandirlo son los medios de comunicación. El énfasis que dan los medios a una noticia influye en que las personas recuerden el fatal homicidio que hubo en las horas de la noche o la noticia de que el índice de criminalidad ha disminuido considerablemente.


Nuestra percepción hacia el miedo depende de la interpretación del peligro, lo cual, si no ocurre en nuestro entorno, se conecta con facilidad a nosotros a través de los medios de comunicación. Esto quiere decir que, en cierto modo, todos nos convertimos en víctimas de problemas no propios. Para Leonardo Ordóñez, profesor de la Universidad del Rosario, lo anterior, debido a que el terror ya no tiene lugar en lo local, pues los límites entre países se han desvanecido, así lo presenta en su texto La globalización del miedo.


Es así como el miedo se ha forjado en nosotros sin que nos demos cuenta, se ha convertido en una característica de la sociedad globalizada y es uno de los mejores ganchos de los medios para mantener su audiencia. En la actualidad, vivimos bajo el temor de catástrofes impredecibles o por el futuro incierto. Llenos de temores, varios conviven con nosotros sin percatarnos de ello. Sin embargo, el hecho de que esta sensación sea parte del ser humano no implica que debemos acostumbrarnos, resignarse no es la salida. Debemos despojarnos del terror y no ignorar que este manipula nuestras vidas para poder tomar decisiones conscientes que puedan sacarnos de la deriva.



Nota: La información expresada en este artículo no compromete la voluntad de la Universidad del Rosario ni del Periódico Enclaustrados.

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